miércoles, 28 de marzo de 2012

Huelga General. ¿Por qué no?


Hay varios y variopintos motivos por los que se puede apoyar o no esta Huelga General. Me he reído con algunos, y con otros me han entrado ganas de llorar, evidentemente, por pena. En nombre de un cierto antimarxismo trasnochado, de un patriotismo hueco o en nombre del vacío argumental más absoluto se hacen llamamientos a la no participación en la Huelga.

Pero se puede resumir en un punto: Los sindicatos son unos estafadores y yo no apoyo la estafa. Este punto es asumido claramente por mí, yo no apoyo la estafa, es más la denuncio, pero en ningún caso se puede callar ante la injusticia y cruzarse de brazos mirando hacia otro lado ante las leyes regresivas en derechos que nos han impuesto. El no a la Huelga General es, en muchos casos, una excusa ante la incapacidad operativa de actuar abiertamente contra la Reforma Laboral, o lo que es más grave, en algunos casos, el no a la Huelga, es que se apoyan, en parte o en su totalidad, las medidas aprobadas por el Gobierno, ya se sabe, para algunos “siempre hay que apoyar al empresario”. Pero vayamos a los concreto.

¿Significa apoyar esta Huelga General apoyar a los sindicatos convocantes? Rotundamente no. Más al contrario, esta Huelga General debería servir para plantar cara a los sindicatos amarillos (UGT, CCOO, USO…) y expresar nuestro total rechazo a ellos. Así es, deberíamos de señalarlos como una las principales piezas del engranaje causante de la crisis; deberíamos, ante los trabajadores, en activo y en paro, acusarles de complicidad con el capitalismo a cambio de subvenciones y tratos de favor; deberíamos de desenmascararlos ante los trabajadores como parte esencial para que el capitalismo ejecute una Reforma Laboral antiobrera, ultraliberal y que niega derechos conquistados durante décadas. La Huelga General, debería de ser la ocasión perfecta para expresar nuestro rechazo a las maniobras del capitalismo y al amarillismo sindical a su servicio.
Los sindicatos amarillos han estado callados durante meses, meses en los que se estaba gestando la crisis que padecemos, una crisis que iba madurando y extendiéndose como un virus conocido e identificado pero que interesaba que se expandiera. Con él han venido los recortes en Sanidad, en Educación, los miles y miles de parados, los desahucios, las miles de empresas cerradas… y también, las ayudas a los Bancos, y esta Reforma Laboral del Capital; mientras los sindicatos iban poniendo la mano, exclamando algún berrido para justificarse, y exigiendo, como no, mantener sus intereses (subvenciones, liberados).
Pero señalar a los sindicatos amarillos como parte del problema, no nos debe de cerrar los ojos ante las Reforma Laboral antiobrera orquestada e impuesta por el Capitalismo más salvaje. Esta Reforma Laboral nos demuestra que es una reforma dirigida para beneficiar aun más a los que ostentan el poder económico para que sigan generando y acumulando beneficios a costa del pueblo trabajador. La Banca sigue obteniendo beneficios (y ayudas del Estado); los empresarios consiguen las medidas que desde hace años estaban reclamando. Los autónomos y pequeños empresarios están siendo condenados a desaparecer, o a malvivir en pésimas condiciones, sin que nadie les preste la atención que se merecen. El pez grande debe de seguir engullendo a los peces pequeños.
Ante ello, no basta con una Huelga General en la que los sindicatos amarillos desfilaran junto a todas las sectas ultraizquierdistas que se acoplen a ellos para vender cuatro boletines reclamando la Dictadura del Proletariado o para hacer cualquier proclama alejada de la realidad social. No basta salir a la calle, a hacerse la foto y soltar la soflama contra el gobierno. De nada sirve el piquete macarra, ni las viejas banderas al viento de revoluciones fracasadas que siempre han acabado aliadas a los intereses capitalistas. Es preciso, es imperativo, la movilización constante, la presión popular contra los auténticos culpables de la crisis y sus cómplices. Es fundamental unificar luchas, actuar solidariamente, levantar la cabeza y ser creíbles en nuestras reivindicaciones. Solo conseguiremos nuestros objetivos apartando a parásitos, alborotadores y sectarios de todo pelaje de nuestro lado; estando unidos y teniendo claro cual es nuestro enemigo a denunciar y a combatir.
Esta Huelga General debería de ser un punto de partida. En efecto, pero mucho me temo que no lo será. Como siempre, lo Social, lo Sindical, quedará arrinconado en las actuaciones de los Nacionales, como mucho, alguna arenga populista sobre el obrero mezclada con cuestiones ajenas a lo laboral. Los discursos y las disculpas de siempre. Nos han arrebato la lucha Social y nuestra reacción es no querer reconocerlo, siendo lo peor de todo, el no pretender luchar por copar, al menos, una parte de esa lucha. Lo lamento, pero es así, para algunos es mucho más fácil, convocar acciones para provocar a los “marxistas”; organizar tertulias eternas sobre los motivos de las visitas del Marques de Estella a París; celebrar conferencias sobre el bigote más celebre del siglo XX o conciertos llenos de símbolos pero carentes de estilo; incluso hay algún mamón que se atreve a calificar como infiltrados a aquellos que priorizan la lucha Social a la Nacional –aunque también la tengan presente-. Hay quien, anclado en algún punto de la historia, sigue presto a combatir la lucha de clases de inspiración marxista; lo siento, pero la lucha de clases ya no existe, existe, eso sí, la lucha entre revolucionarios y adoradores del Sistema; la únicas clases que hay, son la de quien posee junto al que sueña con poseer, y quien solo desea poseer Dignidad; alguno olvida que la otrora izquierda revolucionaria encabezada por “pecés” y “soes”, participa activamente en el espíritu de la “gauche divine” abrazando la economía de mercado como cual fan de Georges Soros, Sheldon Adelson, o el trotskista Roures.
Esta huelga general podría haber sido un punto de partida. Pero no lo será. Los que apostamos abiertamente por el combate social –sin abandonar el combate nacional, cultural, ecológico- seremos, como ayer, considerados unos “rojos” o unos “acomplejados”, seremos una parte pequeña de los nacionales, pero una parte pequeña que asumimos nuestro compromiso SOCIAL con mayúsculas, porque lo nacional sin los Social no es más que Derecha rancia; los nacionales que tenemos muy clara nuestra lucha social, no vamos a hacer de mamporreros de esa Derecha rancia, ultraliberal y apátrida; pero que nadie se equivoque, tampoco lo seremos de esa clase sindical traidora, demagoga y también, apátrida; en todo caso seremos quienes desde lo Nacional combatiremos por lo Social denunciado a quienes usurpen las banderas de la Revolución Nacional, prostituyéndola, y a quienes desde la Revolución Social pretenden usar a los trabajadores para sus intereses de casta.
Hace casi un siglo que en la plaza San Sepulcro de Milán, en el Círculo de la Alianza Industrial, se redactó un Manifiesto en el que entre otras cosas de decía:
“Participación directa de los ciudadanos útiles en todos los elementos del trabajo. La tierra para los campesinos. Las industrias, transportes y servicios públicos serán gestionados por sindicatos de técnicos y obreros. Eliminación de toda forma de especulación personal.
[…] supresión de todo tipo de especulación de la Banca y la Bolsa.
[…] igualdad de derechos para los ciudadanos de ambos sexos.”
Unos años más tarde en España, otro Manifiesto proclamaba:
“Estructuración sindical de la economía.
Potenciación del trabajo.
Expropiación de los terratenientes. Las tierras expropiadas se nacionalizaran y serán entregadas a los Municipios y entidades sindicales de campesinos
Justicia social y Disciplina social”
Hoy, como hace décadas, esas consignas están ausentes del combate Nacional, y no lo están, como alguno dirá, por obsoletas, lo están por desidia y falta de convencimiento; por carencia de fidelidad ideológica y por ignorancia intencionada. Ignoran, quieren ignorar, la parte sindicalista, la parte socialista de nuestros Movimientos, lo que nos distingue del liberalismo económico, lo que nos sitúa en la Tercera Vía revolucionaria. Aunque vivamos en pleno siglo XXI, los culpables de la crisis son los mismos actores que provocaron, por reacción, el nacimiento de las Alternativas que aunaban lo Nacional con lo Social, un haz nacido de forma justa, revolucionaria y popular. Una Alternativa Nacional que iba acompañada de una Alternativa Social que brotaba de las entrañas de sus impulsores, una Alternativa Social que era antimarxista y profundamente anti liberal y anticapitalista.
No cabe en nuestro lenguaje ni en nuestra actuación el abandono de lo Social, ni cabe en nuestra concepción de Patria la desvinculación social de la misma. Toda acción o idea que no conjugue la Patria con el Socialismo, merece nuestro rechazo y nuestro combate.
Juan Antonio Llopart
Presidente Nacional del Movimiento Social Republicano

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