domingo, 30 de mayo de 2010

Entrevista a Juan P. Vitali


De Tribuna de Europa:

Hoy tenemos el placer y el privilegio de entrevistar a Juan Pablo Vitali, colaborador de La Tribuna de Europa, de La Voz del Pueblo y de tantos y tantos sitios defensores de la identidad y de las gentes del pueblo, de los pueblos.

TdE- ¿Puede hacer una breve presentación, pero hecha pensando que está entre amigos?

Juan P. Vitali- Bueno, entre amigos es más difícil hacer una presentación, porque uno está pendiente de lo que piensan los amigos.

Provengo de criollos y europeos, todos militantes de un proyecto y de una idea, de modo que desde pequeño fue natural para mí estar en medio de militancia e inquietudes.

Mis padres se conocieron militando, y yo agregué a esa militancia, un particular amor por Europa, algo que resultaba sencillo por aquellos años, en los que vivían todavía entre nosotros tantos inmigrantes europeos, y por qué no decirlo, muchas veces del bando de los vencidos.

El peronismo fue la natural confluencia política de todo aquello, pero allí donde el peronismo me resultaba culturalmente estrecho e insuficiente, no dudé en buscar en todo lugar donde creyera encontrar los más altos valores de nuestra cultura criolla y europea, porque lo criollo presupone lo europeo, aunque luego desarrolle sus particularidades.

Agotado el ciclo nacional, patriótico y revolucionario del peronismo, luego de la muerte de nuestro líder, busqué caminos que atendieran las urgencias de la patria, que según el mismo Perón es lo primero. Estuvo cerca de lograrse algo importante después de Malvinas, pero nuestros militares ya no eran como los que habían acompañado a Perón, y los intentos políticos naufragaron. A partir de entonces decidí atender más a mi vocación literaria, y dediqué mucho más tiempo a escribir, sin abandonar por eso en absoluto el espíritu militante. Me alegro mucho de haberlo hecho, porque eso me ha llevado por caminos impensados, como este tan querido de volver de algún modo a Europa, a España, a la unidad de nuestro origen.

TdE. Ama Argentina ¿qué le viene a la mente cuando piensa en ella? ¿y cuando piensa en su originaria Europa?

J.P.V. Argentina, más que cualquier otro país de Sudamérica, es hechura de Europa. La élite que conduce Brasil por ejemplo, es de origen europeo, pero la relación de Brasil con Europa, no es la que tiene la Argentina.

A veces veo en películas sitios no ya de Italia o de España, sino de Polonia o de Hungría, o de otros lugares de Europa, y tanto los sitios como los rostros me resultan familiares, sin haber salido casi nunca de los alrededores de Buenos Aires. Esa es una experiencia profunda e intransferible. De niño escuché hablar los más diversos idiomas europeos, sin haber salido de mi barrio. Es curioso que algunos prefieran doscientos años de cultura a varios milenios. Por ese camino negamos inútilmente lo que somos y nos convertimos en nada.

Esto rige tanto para entender a Borges como para entender a Perón, quien nos abrumaba con sus constantes citas de Plutarco, de César, con su admiración por los griegos, por Licurgo.

Si la cultura europea desaparece, la Argentina como país y como pueblo desaparecerá con ella, no tengo dudas sobre eso.

TdE. ¿Qué valoración hace de la situación política actual en su querida Argentina? ¿Y la de Europa? ¿Y en España?

J.P.V. Esta pregunta tiene gran relación con la anterior, y se refiere al problema de la identidad. Lo que se denomina hoy política, es algo del todo triste y vacío.

Si no podemos replantear la política, desde un punto de vista a la vez cultural, social y propiamente político, si no adaptamos a los tiempos un identitarismo social y revolucionario, seguiremos siendo presas del fraccionamiento y del vacío, que vemos avanzar de un modo parecido en Argentina, en España y en toda Europa.

Ahora está de moda lo que llaman “estado plurinacional multiétnico”,o sea, un estado mínimo, administrador de lo permitido, de lo políticamente correcto, que le otorga entidad a todo lo que le conviene, y reprime todo lo que no está permitido. Se inventan razas y naciones que no existen, se fomentan ciertos racismos y nacionalismos “progresistas”, impugnando en sano patriotismo como “reaccionario”. Todo esto es brutalmente arbitrario y demencial, pero está ocurriendo.

Se crean entidades abstractas contra el “colonialismo español” o la “opresión fascista”, para que las multinacionales arreglen sus temas luego con esas microentidades carentes por completo de poder de negociación o de defensa. Mientras tanto destruyen cualquier pueblo o nación que pueda resistir la opresión actual, real y concreta.

En Europa utilizan las diferencias regionales o la inmigración masiva, construyen naciones dentro del estado nacional para que ya no haya nación ni tampoco estado.

TdE. ¿De los Movimientos patriotas en España cual le resulta más a fin ideológicamente?

J.P.V. El MSR es el movimiento que más se adecua en España a mi forma de ser y de pensar.

Las razones personales nunca son menores en estas cosas, porque es la calidad y la actitud de sus hombres y mujeres, lo que da valor a un movimiento. Y yo tengo gran confianza y afecto por quienes componen el MSR.

La forma de organización movimientista, también quiere decir mucho, y la reconozco como propia.

Pero existen más razones: el modo de incluir lo cultural en la lucha política, la idea geopolítica de los grandes pueblos y de los grandes espacios, y las distintas fuentes de pensamiento en las que abreva, con las cuales coincido plenamente.

TdE. Aprovechando que están inmersos en elecciones gremiales. ¿Qué valoración hace de ellas? ¿Y de la situación sindical argentina?

J.P.V. El sindicalismo argentino es todo un tema. Por haber creado un solo sindicato por rama de la industria, Perón fue tildado de fascista, sin embargo los sindicatos argentinos no están dentro del estado. Un solo sindicato por actividad -claro que eso no rige para la administración publica, donde hay varios-, evita la atomización sindical, generando sindicatos poderosos, pero ese poder sirve para algo cuando está al servicio de una revolución nacional integral como fue el peronismo, no cuando se convierte en poder del sistema, con sindicalistas multimillonarios y trabajadores pauperizados. Eso no es lo que imaginó Perón para el sindicalismo. Si a esto agregamos que los secretarios generales suelen morir en sus cargos, que son prácticamente vitalicios, y el manejo oscuro de los millones de las obras sociales, no tenemos hoy un panorama alentador.

TdE. Creo que usted se declara peronista. ¿Qué ama más de las ideas que nos legó Perón?

J.P.V. Perón fue un gran conductor, un estratega, pero dejó además un extenso legado doctrinario. Sin embargo sus ideas no han sido suficientemente estudiadas ni aprovechadas políticamente. Quizá por el mal uso del nombre peronismo que se hace en la Argentina.

Tercera posición, comunidad organizada, democracia orgánica, geopolítica de los pueblos, continentalismo, la sola autosuficiencia semántica de la palabra justicialismo, son conceptos que en lugar de ser profundizados y relacionados con el resto del universo político afín, han sido echados al olvido por los que han hecho del peronismo un gran negocio. Pese al amor de su pueblo, Perón fue un hombre que estuvo muy solo políticamente. Sus ideas eran de avanzada. Espero que en Europa puedan ser más útiles de lo que son hoy en la Argentina. Supongo que ya lo han sido de algún modo, entre otras cosas por las largas charlas del General con su gran amigo Jean Thiriat, entre otros dirigentes europeos.

TdE. Podría contar para los que desconocen trazas de lo que fue la resistencia peronista. ¿Cómo surge? ¿Que perseguía? ¿Cuáles fueron sus aportaciones?

J.P.V. De todo se ha dicho sobre la resistencia peronista, pero casi todo está parcializado. La izquierda la reivindica como propia y la hace nacer convenientemente en los años setenta, cuando ya se estaba terminando, en medio de tensiones casi de guerra civil. Yo estuve en Ezeiza cuando aquel enfrentamiento armado al volver Perón definitivamente al país.

Ya prácticamente nadie recuerda la verdadera resistencia peronista, nacida inmediatamente después del golpe de estado del cincuenta y cinco. No conocí algo más popular que aquello. Comenzó de cero, sin políticos, puro pueblo, a mí me recuerda un poco la resistencia española frente a los franceses.

Duró casi veinte años. Los nombres de sus héroes en su gran mayoría se han perdido. En cada barrio o ciudad había un grupo. Las acciones eran sencillas pero cotidianas: actos relámpago, bombas molotov, pintadas, volantes, toma de fábricas. Un movimiento de masas con personalidad propia, profundamente nacional.

Sus protagonistas: gente de barrio, trabajadores, delegados gremiales de base, al principio algunos sectores militares, hasta que fueron fusilados el nueve de Junio del cincuenta y seis.

Ninguna ayuda exterior, sólo la mística del pueblo sencillo, su lealtad empecinada, sin partidos, casi sin gremios. Cuando volvió la política del sistema, los protagonistas de la resistencia, en su mayoría volvieron al anonimato y al olvido. Son esas cosas que se dan pocas veces. Haber conocido a aquella gente me marcó para siempre. Mis abuelos y mis padres fueron parte de eso. Después todo se complicó, ideologismos, infiltraciones, el viejo movimiento de pinzas por izquierda y por derecha.

TdE. Partiendo de la idea de que la cultura: será popular o no será cultura ¿cuál es la situación de la cultura en Argentina? ¿Cuál ha sido la principal aportación que ha hecho o puede hacer Argentina en el terreno cultural? ¿Qué le dice la palabra POESÍA?

J.P.V. Creo que una cultura se convierte en popular cuando responde a los mismos principios en su base y en sus alturas. Por ejemplo: las grandes obras musicales europeas se inspiraron muchas veces en motivos populares, por eso fueron comprendidas y tomadas como propias por el pueblo. Considero que una obertura de Wagner es popular como una ópera de Verdi. Los artistas son la máxima expresión del espíritu de un pueblo.

El gran drama de la Argentina ha sido la ruptura entre la cultura elevada y la cultura popular. Es una brecha que hay que cerrar. No podemos perdernos a Borges o a Piazolla porque eran antiperonistas. Eso sólo nos debilita y nos degrada.

Hemos recibido en la Argentina, parte de la élite cultural europea, hemos producido mucho nosotros mismos, pero eso sólo servirá si reconocemos nuestra identidad y destino como pueblo.

Poesía es comprender lo que pertenece a un plano superior, por obra de la belleza simbólica del idioma. Cuando ella se hace representativa de un pueblo, nos encontramos con la grandeza: la Ilíada, las sagas, el ciclo artúrico, los romances, el Cid, el Martín Fierro, el romanticismo alemán, Pound, D´Annunzio, etc. No hay misión más bella que esa: nombrar lo mejor posible lo más elevado de un pueblo.

TdE. Cree que dentro de los distintos movimientos nacionalistas se le da la suficiente importancia a la cultura. ¿Qué limitaciones observa en ese terreno? ¿Cómo podrían ser superadas?

J.P.V. Si no comprendemos la importancia de la lucha cultural, la derrota será inevitable. Gramsci lo comprendió muy bien. Son las pautas culturales las que manejan las conductas. La política también es cultura, es imposible escindir ambas cosas. Separarlas es ya una definición cultural que favorece al sistema. Sin política, la cultura caerá en el vacío, y sin cultura, la política no tendrá fundamento y se terminará desviando de sus objetivos. Debe existir un esfuerzo integral, que confluya en la formación de un tipo de hombre, que retome la unidad de la concepción y de la acción. Los movimientos políticos son esclavos de las limitaciones culturales de sus hombres y mujeres, y todos estamos de uno u otro modo influenciados por el sistema.

TdE. ¿Qué le aconsejaría a un joven militante para poder encauzar fértilmente su lucha, su Voluntad, su amor al ideal?

J.P.V. A los jóvenes militantes les diría: hagan un culto de la amistad y de la formación, busquen siempre alternativas, sean creativos, no se dejen enredar en pequeñeces, en rencillas cotidianas. Y que más allá de las obligaciones estrictamente políticas que se deben asumir, crezcan en forma integral, descubriendo aquel aspecto para el cual crean tener mayor capacidad y vocación, y profundicen en él, de ese modo tendrán siempre algo sagrado que los sostenga espiritualmente más allá de la decadencia. Todos necesitamos un refugio espiritual. Yo lo siento así cuando escribo poesía, pero puede hacerse con casi cualquier actividad que consideremos noble, digna y elevada.

TdE. Siendo conscientes de que usted sigue la actualidad de Europa y particularmente de España. ¿Qué valoración hace de la situación en España? ¿Y qué les diría a los españoles para que reaccionasen, porque usted como yo cree en la capacidad del pueblo para dirigir su destino, verdad?

J.P.V. España no tiene alternativa, su pasado le impone la grandeza o la extinción. España, y cuando digo España digo también Portugal, que fue parte de España, la península ibérica digamos, no tiene consciencia que el reflejo de su rostro es todo un continente: la América Hispánica.

España es un nudo geopolítico mundial, un enlace entre dos continentes, un onphalos profundo entre los dos hemisferios de un pueblo.

España es un objetivo primordial a destruir, porque en su dimensión universal, puede enfrentar todavía al poder mundial.

De ese destino al de los separatismos y la crisis financiera hay un gran trecho. Los restos de un gran pueblo están dispersos en ciertos núcleos políticos y culturales de Europa, pero también de América. España es el eslabón de oro en la cadena, y con consciencia o sin ella, pagará el precio de su pasada grandeza. No importa que los españoles actuales quieran esconderse o reducirse, de cualquier modo los alcanzará su destino, de frente si así lo quieren, o por la espalda si no quieren asumirlo.

TdE. Recomiende un libro, un lugar argentino donde desearemos perdernos y una comida argentina con la que deleitarnos.

J.P.V. Recomendar una comida argentina es lo más fácil: el tradicional asado de carne vacuna, amenazado hoy por el avance de la soja transgénica en grandes extensiones territoriales.

Un lugar es más difícil, pero no quiero pensarlo turísticamente, creo que todo europeo que visite la Argentina, debería pasar por el hotel de inmigrantes en Retiro, junto al Río de La Plata. Allí puede verse un rostro de Europa que todo europeo debería reconocer como propio. Un sitio mágico e iniciático sin duda.

Un libro tampoco es fácil, estoy entre El Aleph y Ficciones, ambos de Jorge Luis Borges. Con ninguno de los dos se van a arrepentir y volverán siempre a leerlos.

TdE. Mi debilidad, no puedo dejar de preguntarle sobre Ella. Diga quien fue Eva Perón en el corazón del pueblo argentino de ayer y el de hoy, y qué puede sembrar en el corazón de los del mañana en Argentina y aquí en Europa.

J.P.V. Con la gente que he conocido y que trabajó con Evita, me he dado cabal cuenta de lo que fue la revolución peronista.

Un gran amigo que falleció, y que fue siempre bastante antiperonista, volvió de Italia admirado, porque una vieja militante del movimiento nacional italiano, cada día encendía velas frente al retrato de Evita ¿Cómo explicar eso?

He escuchado muchos discursos, pero nunca una voz como la de Eva Perón.

Algo que todos los militantes europeos deberían ver, es la filmación del viaje de Eva a Europa.

Hay muchas interpretaciones del fenómeno Evita, pero el sentimiento y la comprensión profunda sobre Eva, se tienen o no se tienen. Todos se adjudican a Evita, la izquierda y la derecha, pero las interpretaciones interesadas, ideológicas e intelectuales, vienen precisamente de quienes no la comprenden.

Hay momentos mágicos, místicos, únicos en la historia: Eva Perón fue uno de ellos.

Intentan banalizarla, escindirla de la figura de Perón, pero siempre habrá un retrato de Eva con una vela encendida, más allá de las interpretaciones del sistema.

TdE. ¿Algo que deseara añadir a estas preguntas compañero Vitali?

J.P.V. Quiero cerrar estas palabras con un agradecimiento. Me siento parte de la lucha de España, les debo mucho a los camaradas españoles. En el destino universal de España, he encontrado también mi destino. Somos la misma sangre, Argentina y Europa, resurgimos juntos o desapareceremos juntos. Europa, mater nostra, un solo pueblo, un solo destino.

Eso es lo que siento, y en esa lucha continuaré empeñado, hasta convertirnos en lo que siempre debimos haber sido: una sola gran Patria Hispanoamericana.

Gracias por su tiempo, su colaboración, su existencia y permanencia, querido Juan Pablo Vitali, desde España, Europa, a uno de sus hijos a uno de nuestros hermanos.

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